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«Hallarse
por un momento en minoría con un programa correcto –en tanto
organización– es mejor que tener un gran número de seguidores, que
sólo nominalmente pueden ser considerados como partidarios»1

La pandemia cortó de raíz un proceso de debates internacionalistas
entre izquierdas de naciones oprimidas que avanzaba poco a poco.
Desde hace un tiempo, se han retomado los contactos nunca rotos y,
como es lógico, los cambios habidos desde finales de 2019 han
añadido nuevas cuestiones sobre las que reflexionar en una ronda que
empezará a mediados de julio en Galiza. En el artículo que ahora se
presenta, que será seguido por otro, se propondrán algunas ideas a
debatir sobre la crisis en su generalidad, sobre la situación
estatal y las dos grandes opciones del capital, y el papel que en
ellas juegan las diferentes fuerzas ultraderechistas y fascistas,
girando todas ellas alrededor de un punto crítico: el problema de la
organización revolucionaria. El segundo artículo intentará
explorar los principales retos a superar por esas organizaciones
independentistas en la fase post pandémica.

Hemos citado arriba a Engels no sólo porque está siendo
redescubierto como una de las mentes más brillantes del siglo XIX,
sino porque además hace casi 140 años, a finales de 1882, recordó
una lección que ya para entonces había adquirido el rango de teoría
y que desde entonces vuelve con dramática frecuencia: la necesidad
de la organización para prevenir severas derrotas. Lo hizo en medio
de ásperos debates sobre estrategia y táctica sostenidos entre
varios bloques políticos: posibilistas, marxistas, socialistas,
anarquistas, etc. La Comuna de 1871 fue la excusa para golpear con
más fuerza a las izquierdas. La primera Gran Depresión iniciada en
1873 endureció las represiones como se vio en 1878 con las leyes
antisocialistas alemanas. En 1876 se clausuró la I Internacional y
habría que esperar hasta 1889 para que surgiera la Segunda. Las
persecuciones sólo lograban retrasar por un tiempo la organización
de grupos obreros.

La crisis forzaba la introducción de nuevas industrias para derrotar
a la clase obrera y destruir empresas obsoletas, por lo que la lucha
de clases entraba en una nueva fase impulsada también por las
reivindicaciones nacionales y anticoloniales, y de las mujeres
trabajadoras. Los crímenes del colonialismo eran denunciados por la
mayoría de las izquierdas que a la vez exigían el desmantelamiento
de los ejércitos. Estos y otros cambios se reflejaban en la
elaboración teórica del marxismo. Fue en este contexto en el que
Engels volvió a defender la necesidad de una organización
revolucionaria diferenciada de las posibilistas, reformistas,
radicales, utopistas…, pero siempre inserta en la complejidad de
las luchas concretas y nunca aislada de las masas. Era un criterio
éste defendido siempre por ambos amigos.

En 2021 resurge en naciones oprimidas este debate urgente ante la
nueva etapa en la crisis abierta por la tercera Gran Depresión de
2007 agravada desde 2020. Mientras, la lucha de clases rebrotó con
fuerza y el imperialismo multiplicó sus salvajadas contra los
pueblos; desde 2014-15 se agudizaron las pugnas entre el imperialismo
y el bloque de potencias emergentes; desde 2016 los fugaces y débiles
repuntes económicos volvieron a caer; la pandemia de inicios de 2020
supuso un cambio cualitativo en la historia de las crisis del
capital; según el informe de abril de 2021 del FMI la pandemia había
supuesto una caída de -3,3% del PIB mundial, que por el efecto
rebote se recuperaría al 6,0% en 2021 para caer al 4,4% en 2022…
Pero las perspectivas para el Sur Global son demoledoras, y las del
proletariado del Norte son muy duras. Pero quienes más lo sufrimos y
sufriremos somos las clases explotadas de los pueblos oprimidos
porque, al impedírsenos por la fuerza crear Estados propios, la
indefensión nos hunde en el fondo del temporal.

Desde los ‘50 el capitalismo sufre una caída de la productividad
del trabajo, desde la década los ‘70 una caída de la tasa media
de ganancia y una caída en las inversiones en fuerzas productivas o
activos fijos, así como una sobreabundancia de capital ficticio y un
aumento de la llamada «economía criminal» para compensar con
ganancias especulativas de alto riesgo e ilegales la caída de los
beneficios. A esta senil decrepitud2
se le suma ahora un inquietante aumento de la inflación3;
un encarecimiento exponencial de las nuevas tecnologías; una crisis
socioecológica, sanitaria y de recursos al límite; un aumento
salvaje de los precios de los alimentos básicos: un 40% en la última
década y el agua ya es el «oro azul», un empobrecimiento al alza y
una concentración y centralización de la propiedad mundial en
poquísimas personas, como lo confirma el reciente informe del Credit
Suisse4

El capitalismo español ha acrecentado sus debilidades5
en 2015/21 enfrentándose a un «escenario severo»6.
Vuelve a correr el riesgo de caer de la semiperiferia a la periferia
de la UE, condenado a la dependencia del turismo y de los servicios,
a ser base de segunda de la OTAN por el pacto entre EEUU y Marruecos,
a una lenta desindustrialización y a perder competitividad mundial…
La última vez que se manifestó este peligro recurrente fue en la
crisis de 1968-78/82. A comienzos de los ’70 la burguesía estaba a
la defensiva frente a las luchas de las clases y de las naciones
oprimidas. La facción burguesa menos franquista pasó al ataque
ayudada por el imperialismo, y la genuflexión del reformismo duro y
de la izquierda blanda, más la solidez de las anclas irracionales
forjadas por siglos de autoritarismo y cuarenta años de franquismo,
dieron la vuelta a la tortilla en 1978/82. La estructura del
franquismo quedó intacta sosteniendo con la monarquía militar7
la «democracia constitucional». La izquierda estatalista empezó a
disolverse, manteniendo la lucha, sobre todo, aquellas que,
inconciliables con el imperialismo español, tenían una estrategia
político-organizativa y ética inasimilable por la monarquía
militar: la independencia socialista de sus pueblos trabajadores.

La victoria burguesa de 1978-82 fue incapaz de «modernizar España»
de modo que la tercera Gran Depresión mostró al «rey desnudo»,
nunca mejor dicho. Los golpes dados a las clases y naciones oprimidas
para contener la crisis fueron tan duros que para 2010-11 se estaban
fusionando las reivindicaciones socioeconómicas y laborales con las
estrictamente políticas, abriendo una etapa de movilizaciones que se
sumaban a las internacionales. Pero a diferencia de 1968-1978/82, en
2010, exceptuando meritorios colectivos revolucionarios, no existía
una izquierda político-sindical y sociocultural de tal nombre en
Estado, y la izquierda abertzale también giraba rápidamente al
pacifismo parlamentario siguiendo el sendero abierto a finales del
siglo XIX, readaptado en la década de 1970 por el eurocomunismo y
los reformismos post.

Sí existían grupos mayoritariamente jóvenes de la pequeña
burguesía, de la llamada «clase media» –fuerza de trabajo con
salarios altos–, franjas progres del funcionariado, «trabajadores
de la cultura», autoexplotados, etc., golpeados por la crisis y con
sus certezas e ilusiones tan destrozadas que ansiaban la luz de un
líder que les prometiese todo sin exigirles militancia
revolucionaria alguna. Las clases proletarias, debilitadas desde la
década de 1980 por los reiterados golpes y traiciones del reformismo
aguantaban como podían en medio de un silenciamiento mediático de
sus luchas. La casta intelectual se esforzaba al máximo por
demostrar lo indemostrable: que el «ciudadano» había suplantado al
proletario y que los derechos nacionales eran resolubles por la
monarquía militar.

Asistíamos al fin de una larga fase de lucha de clases y al inicio
muy dificultoso de otra. El reformismo debe olvidar la historia o
tergiversarla tanto que sea imposible extraer de ella lecciones
críticas. Se nos aseguraba que todo era tan novedoso que los «viejos
dogmas» estaban superados por la frescura del pragmatismo
posibilista y del sentido común: lo decisivo son los votos y el
«juego parlamentario». Contra tanta ceguera, en la coyuntura de
2011 se dieron debates8
aún minoritarios sobre la organización revolucionaria, cuyo
objetivo no es otro que la destrucción del Estado burgués y la
creación del Estado obrero, dinámica en la que la organización ha
de combatir contra al menos ocho tremendas fuerzas que sostienen al
capital:

1) La credulidad social en las promesas burguesas como efecto del
fetichismo y de la alienación. 2) La efectividad del machismo, del
racismo, del opio religioso, etc., para reforzar al capital con su
terror material y simbólico. 3) La omnipresente manipulación
mediática9.
4) Los límites de la mera protesta más o menos espontánea sin
estrategia política ni sostén teórico. 5) La capacidad burguesa
para pudrir esas luchas en el pantano parlamentario. 6) La tendencia
al reformismo burocrático de los partidos parlamentaristas. 7) La
tendencia al pactismo economicista del sindicalismo. 8) La
efectividad de las multifacéticas represiones y violencias del
Estado y de la «sorda coerción del capital».

Fueron debates entonces minoritarios porque aún se mantenían vivas
las esperanzas surgidas al calor de las movilizaciones en 2010/15 y
de las promesas reformistas. La ley del desarrollo desigual y
combinado se volvió a demostrar cierta: la prensa burguesa reconocía
asustada que, por ejemplo, aumentaba el estudio de textos
revolucionarios clásicos; en el Estado francés, en 2010 hubo
intensas movilizaciones; en Grecia, Syriza parecía tocar el cielo
con los dedos pocos instantes antes de su traición en 2015; en EEUU
resurgieron grupos críticos; en Euskal Herria se realizaron varias
huelgas generales; los resultados electorales de Unidas-Podemos
estaban a la vista pero ocultaban un cáncer que ya empezaba a
pudrirla internamente; en los Països Catalans el independentismo
cobraba fuerza…

Pero los grandes recursos del capital lograron que la desilusión e
indiferencia empezaran de nuevo a debilitar a muchos de los
movimientos sobre todo allí donde no existían luchas
independentistas. Si tras 1982 surgió el «desencanto» en la
izquierda estatalista, que dejó la vía libre al socio liberalismo
del PSOE, a su terrorismo, a su aceptación de la OTAN…; si fue así
entonces, ahora, a partir de 2015 la desilusión empezó a cundir en
las bases al ver cómo la burocracia evitaba el choque frontal con la
burguesía. El reformismo blando apoyó las Marchas por la Dignidad
hasta 2014, año del canto del cisne de la «indignación». Las
marchas y otras movilizaciones reflejaban la potencia ciega de las
masas no autoorganizadas fuera de la burocracia reformista. En Grecia
sucedió lo mismo, por citar un solo ejemplo de cómo por sí mismas
las famosas «condiciones objetivas» para el estallido de la
rebelión apenas sirven de mucho si no van internamente unidas a las
no menos célebres «condiciones subjetivas», entre las que destaca
la organización revolucionaria.

En este contexto, hay que hacer especial mención a tres de los ocho
soportes del poder que se recrudecieron desde esa época. El punto
2), el aumento del terror patriarcal, del racismo y de los fascismos,
que por otras vías reforzaban el miedo provocado por el punto 8),
las represiones del Estado como la ley Mordaza que paraliza con
multas a las ya empobrecidas clases trabajadoras y en especial a su
precarizada juventud rebelde, la represión dura sobre Catalunya
desde octubre de 2017, etcétera.

Y el punto 5) va cobrando fuerza conforme la corrupción
histórico-estructural golpea al bloque de clases dominante sobre
todo en Madrid, pero también en Catalunya, Euskal Herria, Castilla,
Andalucía… Se dice que el llamado «régimen del ‘78» está en
crisis, cuando en realidad ocurre que el capitalismo español vuelve
a estar en riesgo de desplome. La insistencia en la crisis del
«régimen del ‘78» desvía a las clases y naciones explotadas del
verdadero problema, engañándolas para amansarlas en el redil
parlamentario. La monarquía militar se asfixia en su inmoralidad, y
el Partido Podrido deja el gobierno en verano de 2018. El reformismo
se lanza a crear esperanzas en el Parlamento como vía única para
superar el «régimen del ‘78» y mediante una «segunda
transición» construir una «democracia plena».

A inicios de 2020 se constituye el gobierno PSOE-UP y los
reformismos, también los soberanistas, se lanzan a salvar la
democracia española ante el peligro fascista al alza. Una facción
del capital ha logrado así recuperar el poder del gobierno para
defender sus intereses cuando, como hemos visto, la tercera Gran
Depresión vuelve a agravarse desde 2016. Y al muy poco tiempo,
estalla la pandemia. Para entonces las bases con visión estatalista
estaban desactivadas en casi todas las luchas prácticas, limitándose
a votar cuando sonase la campana, y de la pequeña y honrosa
izquierda estatal se escinde una ramita nacionalista que niega o
restringe al máximo los derechos de los pueblos no españoles, y
hasta niega Euskal Herria, Països Catalans, Galiza… seamos
naciones: sólo existe España. Se retrocede así al nacionalismo
republicano del PC de España triunfante desde la primavera de 1937.

Pero Catalunya resiste la represión; Euskal Herria comienza a
recuperar la izquierda que no se ha pacificado; colectivos que luchan
por los derechos de Galiza, Andalucía, Castilla y otros pueblos
responden de diversos modos, algunos desaparecen de facto, pero otros
son capaces de iniciar debates internacionalistas cortados
bruscamente por la pandemia y ahora recuperados. Y en barrios
empobrecidos10
y precarizados resurgen resistencias pese a la dura represión: la
propaganda primero las oculta, luego intenta desacreditarlas como
negacionistas, delincuentes e irresponsables. El polivalente arsenal
represivo, el fervor mediático y la pusilanimidad reformista imponen
un clima de pasividad con dosis de colaboracionismo delator del
pueblo contra sí mismo. Se infunde miedo e insolidaridad. A la
derecha se le permite saltarse sus propias leyes, que, a su vez,
machacan a los y las proletarias con el visto bueno del «gobierno
progresista». Las elecciones autonómicas en Vascongadas, Galiza y
Catalunya muestran diferencias con la media estatal, y la abstención
muestra el hastío crítico de sectores populares.

Al desastre económico causado por la impotencia de la burocracia
estatal para superar la pandemia se le suma la crisis que volvía a
agravarse desde antes de 2020 de modo que, otra vez, ulula el
fantasma del desplome español en la jerarquía imperialista. Pero a
diferencia del pánico de los ’70 y de 2007, ahora el contexto
mundial es otro. El FMI venía advirtiendo desde al menos 2015 que
las crecientes desigualdades lastraban la economía y con ella se
multiplicaba el riesgo de estallidos sociales, como ya ocurría. Sus
advertencias fueron cada vez más alarmantes hasta la de comienzos de
2021: hay que suavizar algo insustancial del neoliberalismo y
conceder alguna «justicia social» para salvar Occidente, amenazado
también por el auge euroasiático.

Pese a sus diferencias, los planes de EEUU y Bruselas para evitar el
desastre tienen en común: una intensa propaganda en la nueva «era
de justicia» para recuperar la credulidad pasiva de las clases
explotadas; una gigantesca inversión pública a fondo perdido en
nuevas tecnologías e infraestructuras básicas que beneficiarán a
la gran burguesía11
y a la casta militar-policíaca sobre todo en EEUU12;
una adaptación del sistema educativo y político para crear una
fuerza de trabajo altamente productiva y obediente; un ligero aumento
del control del fraude fiscal, del lavado de dinero, de los
privilegios de las grandes corporaciones y de los paraísos fiscales;
un impulso limitado al capitalismo verde; un control más estricto de
los Estados débiles para que obedezcan a los fuertes; un intenso
desprestigio de Eurasia y una potenciación del occidentalismo para
justificar la provocación de guerras locales y regionales de saqueo,
y normalizar el clima de terror subyacente si se endurece la tercera
guerra fría13
con Eurasia.

La derecha sabe que si parte de esos planes llegan al Estado, se
esfumarán muchas de sus posibilidades de llegar al gobierno, por eso
hace de las elecciones autonómicas de Madrid la punta de lanza para
derribar al PSOE. Este se guía por una estrategia centrada en
obedecer a Bruselas para recibir esa masa de euros que modernizarán
el capitalismo español según dicen; negociar con los apoyos
reformistas algunas medidas que contenga el empobrecimiento galopante
para desactivar previsibles protestas populares; negociar con las
burguesías regionalistas el reparto de un trozo del pastel europeo
para evitar que giren hacia el PP; reintroducir a Catalunya en la
democracia española suavizando un poquito la represión con los
indultos y ganándose a la pequeña burguesía con otro trocito;
fortalecer el gobierno y la monarquía militar para, en su momento,
aplicar las severas restricciones negociadas en secreto con Bruselas;
rearmar14
al ejército y fortalecer su papel en la OTAN; y ver la posibilidad
de echar a Unidas-Podemos agradeciéndole sus servicios al rey y a la
patria. Entre otros principios irrenunciables destacan la negativa
fanática a todo referéndum y a toda Amnistía.

Por ahora parece que se están logrando los objetivos fundamentales:
la burguesía feliz porque sabe que se va a quedar con la mejor parte
de la tarta, la Iglesia comprada como Judas con las treinta monedas
de las inmatriculaciones, el Ejército contento con el rearme15,
y hasta el rey para agradecer el trato exquisito que recibe su padre,
han aceptado los indultos, dejando en ridículo a la derecha; las
fuerzas soberanistas reiteran una y mil veces su «compromiso con la
democracia»; Bruselas empieza a abrir el grifo de euros y el
gobierno guarda silencio sobre las condiciones de pago de la deuda,
también silencia las nuevas claudicaciones ante la OTAN y las bases
yanquis; retrasa todo lo posible las reformas tantas veces
prometidas16
como inmediatas y urgentes como los desahucios17;
se nota la recuperación económica del efecto rebote aunque se
centre en los servicios y apenas en la industria; las resistencias
obreras y populares están tardando un tiempo en reactivarse si
tomamos como referencia la oleada de 2010/15.

El gobierno espera que el rebote económico, la lluvia de euros, la
represión, la propaganda y el reformismo, apaguen las chispas
sociales antes de que se propaguen como incendios. Para reforzar la
imagen de una seriedad y visión estratégica que no existe en la
derecha, el PSOE ha publicitado su España 205018
astutamente ambiguo en su contenido que el vocero oficioso del
socialiberalismo ya ha empezada a escribir ditirambos y sugerencias
«críticas» para reforzar la precampaña electoral. Uno de sus
objetivos es que estas medidas, la represión19
sobre todo, impidan el crecimiento de organizaciones revolucionarias
y dificulten la aparición otras nuevas. Como hemos visto, el
problema de la organización es ahora más grave que en 1882, en
especial para las naciones oprimidas, tema que trataremos en el
siguiente artículo.

EUSKAL HERRIA, 24 de junio de 2021

1
Engels: Carta
a Bernstein
del 28
de noviembre de 1882. AA.VV.: Teoría
marxista del partido político
.
PyP. Nº 7. Córdoba. 1971. p.: 129.

2
https://kaosenlared.net/algunas-notas-sobre-la-situacion-de-la-economia-mundial/

3
https://diario-octubre.com/2021/06/19/el-capitalismo-mundial-se-dirige-hacia-una-etapa-prolongada-de-inflacion-y-estancamiento/

4
https://www.wsws.org/es/articles/2021/06/24/ineq-j24.html

5
http://www.elcaptor.com/economia/quince-evidencias-economicas-no-se-debian-olvidar

6
https://www.sinpermiso.info/textos/el-escenario-severo-del-banco-de-espana-y-que-su-nota-informativa-calla-una-deuda-publica-del-1226-y

7
https://rebelion.org/la-monarquia-militar-como-obstaculo/

8
Véase:
https://www.lahaine.org/est_espanol.php/ipor-que-y-como-debemos-organizarnos

y
https://www.lahaine.org/est_espanol.php/ipara-que-y-como-debemos-organizarnos-y

9
https://mpr21.info/la-policia-espanola-esta-infiltrada-abiertamente-en-todos-los-medios-de-prensa/

10 https://rebelion.org/espana-segundo-pais-de-la-ue-con-mayor-pobreza-infantil/

11
https://rebelion.org/empresas-del-ibex-35-serian-las-grandes-beneficiarias-de-los-fondos-de-reconstruccion-europeos/

12
https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/06/21/estados-unidos-desesperado-intento-de-revertir-el-ingente-desarrollo-chino/

13
https://www.lahaine.org/mundo.php/encuentro-putin-biden-mas-parecido

14
https://canarias-semanal.org/art/29967/los-30000-desahucios-del-gobierno-mas-progresista-de-la-historia-durante-el-2020

15
https://canarias-semanal.org/art/30297/el-estado-espanol-destina-mas-de-30000-millones-a-gasto-militar-y-de-control-social

16
https://www.izquierdadiario.es/El-Gobierno-alarga-la-edad-de-jubilacion-mientras-crece-el-desempleo-juvenil-esa-no-es-la-salida
También:
https://insurgente.org/la-mochila-austriaca-otra-quita-de-derechos-a-los-trabajadores/

17
https://canarias-semanal.org/art/29967/los-30000-desahucios-del-gobierno-mas-progresista-de-la-historia-durante-el-2020

18
https://elpais.com/opinion/2021-05-21/luces-largas.html

19
https://www.elsaltodiario.com/asturias/condenan-a-tres-anos-y-medio-de-carcel-a-siete-sindicalistas-de-la-cnt-por-concentraciones-delante-de-la-pasteleria-suiza-de-gijon