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Este verano miles de seguidores de Kylie Jenner se echaban las manos a la cabeza después de conocerse que la joven influencer y empresaria tomó un jet privado para un trayecto de 12 minutos realizable en coche en 40. Puede parecer una frivolidad aislada, pero basta echar un vistazo a la cuenta Celebrity Jets para darse cuenta de que son muchas las celebridades que utilizan el avión privado como medio de transporte habitual. Pero no solo el de las caras más conocidas: los desplazamientos en jet privado han conocido un aumento exponencial en los últimos años, para regocijo de un sector casi invisible.

En efecto, mientras el debate de la sostenibilidad se centra en otros
sectores de la aviación comercial, el transporte aéreo privado ha crecido exponencialmente
durante los últimos años. Incluso la pandemia ha resultado ser un poderoso
aliado
 para el auge de los vuelos privados. Según un estudio de
Transport & Environment, en agosto de 2020, mientras los vuelos comerciales
registraban una caída del 60% interanual, el tráfico de aviones privados había
vuelto a los niveles anteriores a la pandemia. La sensación de mayor seguridad
frente a posibles contagios y, sobre todo, la ausencia de restricciones para
los vuelos privados hicieron que muchos particulares adinerados y empresas
optaran por alquilar o comprar jets para sus desplazamientos. En 2020 se
vendieron 703
aviones privados
 en todo el mundo frente a 677 en 2019.

España representa el quinto país de Europa en emisiones generadas por los vuelos privados que salen de su territorio, con un 9,2 % del total.

Y las previsiones al alza de esta forma de movilidad no han desaparecido
con el fin de la pandemia. En Estados Unidos, el principal mercado de la
aviación privada, se estima que estos vuelos aumentarán un 9,5%
en 2022
 respecto al año pasado. En el caso de Europa la tendencia es
igualmente muy
positiva
 en lo que se refiere, por ejemplo, al aumento de los vuelos y
de las peticiones de aviones a constructores.

¿Quién tiene un
avión privado y para qué lo utiliza?

En 2019, había 21.979 jets privados registrados en todo el mundo. Estados
Unidos, con 15.547 aeronaves (71% del total mundial), y Europa, con 2.760
(13%), lideran un segmento con notables diferencias entre regiones: África solo
cuenta con el 2% de los aviones privados y Oceanía el 1%.

Según el mencionado informe
de Transport & Environment
, las personas que poseen o utilizan un avión
privado comparten algunas características. En primer lugar, su altísimo nivel
adquisitivo: de media, la riqueza de las personas propietarias de una de estas
aeronaves es de 1.300 millones de euros. Y, en segundo lugar, sus patrones de
uso del avión: fundamentalmente para usos relacionados con el ocio y el tiempo
libre (se observan picos de tráfico aéreo privado en meses de verano y hacia
destinos turísticos) y desplazamientos cortos/medios para la mayoría de los
cuales existe alternativa terrestre o directa en aerolínea regular.

En lo que se refiere a emisiones de gases de efecto invernadero, de media los aviones privados son 10 veces más intensivos en carbono que los aviones de pasajeros

Pero el mundo de la aviación privada no es exclusivo de particulares
adinerados. De un lado, esta forma de desplazarse está muy extendida en el
mundo empresarial. Por ejemplo, algunas de las grandes compañías del Ibex 35,
como el Banco
Santander
 o Telefónica,
tienen su propia flota de aviones privados. Aeronaves que, cuando no son
utilizadas por sus ejecutivos, ponen
en alquiler
 para generar ingresos adicionales. En otros casos, las
empresas o sus principales dirigentes optan por no poseer sino alquilar jets
privados para ahorrar costes y, de paso, vender una falsa imagen de
sostenibilidad que campañas como Travel
Smart
 tratan de destapar mediante un monitoreo permanente de los
vuelos de las empresas.

El ámbito institucional es fuente igualmente de escándalos asociados a una
utilización irresponsable del transporte aéreo privado. Muy representativo de
ello fue el desplazamiento en
jet privado
 que el ex primer ministro británico Boris Johnson realizó,
justo después de su intervención en la COP26 en Glasgow, para participar en una
cena privada con periodistas en Londres. También la sobreutilización de medios
aéreos que han venido realizando en los últimos años los diferentes Gobiernos
de España
, con Pedro Sánchez como figura destacada, tanto en su labor
institucional como para otros fines.

La manera más
rápida… de freír el planeta

Pese a su pequeño tamaño, los impactos de los jets privados son enormes. En
lo que se refiere a emisiones de gases de efecto invernadero, de media los
aviones privados son 10 veces más intensivos en carbono que los aviones de
pasajeros, y como mínimo 50 veces más contaminantes que los trenes. Si tomamos
el ejemplo del Dassault
Falcon 900
, el avión utilizado por el Gobierno, la aeronave quema unos
1.300 litros de combustible a la hora, pudiendo emitir más de dos toneladas de
CO2 en ese tiempo. Hay que recordar que, por cada tonelada métrica de CO2 emitida
a la atmósfera se derriten 3
metros cuadrados
 de hielo ártico.

Según las estimaciones de Transport & Environment, entre 2005 y 2019
las emisiones de CO2 de los aviones privados en Europa aumentaron en casi un
tercio (31 %), un crecimiento más rápido que el de las emisiones de la aviación
comercial. España representa el quinto país de Europa en emisiones generadas
por los vuelos privados que salen de su territorio, con un 9,2 % del total.

Es esencial eliminar o reducir al máximo todos aquellos vuelos con alternativa viable por medios terrestres o en servicios de aviación regular

Esos niveles de emisiones tan desproporcionados vienen acompañados de una
serie de elementos que, invisibles para la opinión pública, privilegian
injustamente al sector. El primero de ellos es que la mayor parte de los jets
privados no están obligados a declarar sus emisiones —y pagar por ellas— en el
Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE) de la Unión Europea.

Por otro lado, en la UE la aviación comercial no paga impuestos por el
combustible que utilizan. Es decir que mientras cualquier ciudadana de la UE
paga de media 0,48 euros de impuestos por un litro de combustible, las grandes
fortunas propietarias de jets privados no pagan nada por la energía que mueve
sus aviones. En un contexto de grave crisis social, económica y energética como
la actual, ¿es esto aceptable?

Pongamos freno
a un sector injustamente privilegiado

La respuesta es clara: no. Estas desigualdades no son aceptables desde un
punto de vista social y económico. Pero tampoco lo son desde un punto de vista
ambiental. Mientras instituciones y ciudadanía realizan enormes esfuerzos por
poner en marcha paquetes legislativos, políticas y cambios en los hábitos de
vida para reducir nuestras emisiones, no podemos permitir la pervivencia de
sectores privilegiados que, simplemente por su elevado poder adquisitivo,
tengan derecho a seguir contaminando de manera legal y egoísta, socavando de
esta manera el trabajo colectivo por el interés general.

Resulta imprescindible integrar todos los vuelos privados en el RCDE y crear un impuesto sobre el queroseno. Medidas fiscales como impuestos al carbono o a la adquisición de medios de transporte de lujo son igualmente opciones factibles

Ante este escenario, no cabe sino poner en marcha medidas encaminadas a
limitar en la mayor medida posible el uso del avión privado como forma de
transporte. Para ello, por un lado, resulta imprescindible integrar todos los
vuelos privados en el RCDE, así como crear un impuesto
sobre el queroseno
 para todos los vuelos entre países de la Unión
Europea, algo que ha sido propuesto por la Comisión Europea en su paquete Fit for
55
. Otras medidas fiscales como impuestos al carbono o a la adquisición de
medios de transporte de lujo —como acaba de anunciar el Gobierno
canadiense
— son igualmente opciones factibles.

Pero mucho más necesario que lo anterior —finalmente, el dinero puede no
ser un obstáculo para grandes fortunas poseedoras de jets privados— resulta
eliminar o reducir al máximo todos aquellos vuelos con alternativa viable por
medios terrestres o en servicios de aviación regular. Algo esencial si tenemos
en cuenta, por ejemplo, que la mitad de los trayectos en avión privado que se
realizan en Francia cubren rutas
de menos de 500 kilómetros
. Y que entre los 10 trayectos en jet privado que
más emisiones generan hay destinos como París-Ginebra, Roma-Milán, París-Niza o
París-Londres fácilmente sustituibles por trayectos en tren con mucho menor
impacto.

La mayor parte de los jets privados no están obligados a declarar sus emisiones —y pagar por ellas— en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE

Mientras lo anterior sucede, o tal vez para que
suceda, como sociedad necesitamos construir una nueva moral que condene actos
hasta ahora asociados al éxito personal y social pero en realidad contrarios al
interés general. Igual que llegar ebrio a tu puesto de trabajo o fumar en un
hospital son comportamientos mal vistos por la sociedad, tomar un jet privado
para ir a la playa o a una reunión deberían generar en todas nosotras un
sentimiento de repulsa y de señalamiento colectivo. Las masivas reacciones de
denuncia del irresponsable comportamiento de Kylie Jenner muestran que algo
hemos avanzado en ese sentido. Sigamos recorriendo el camino.

Pablo Muñoz Nieto. Coordinador las campañas de Aviación y Biocombustibles en Ecologistas en Acción. @pmunoznieto

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/tribuna/jets-privados-celebrities-calentamiento-global-inmoralidad-altos-vuelos