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Manuel
Sacristán Luzón

Ninguna
de las páginas de este libro del doctor Óscar
Oramas Oliva, ex embajador de Cuba ante los Gobiernos de
Guinea Conakry, Malí, Guinea Ecuatorial, Angola, Santo Tomé y
Príncipe, y Representante Permanente de Cuba ante las Naciones
Unidas desde 1984 hasta 1990, puede resultar superflua a cualquier
lector o lectora interesado en la historia de la segunda mitad del
pasado siglo. Encrucijadas de un archivo diplomático es
historia viva y vivida, una obra escrita para la liberación del
espíritu, en palabras del autor, un viaje al interior de sí mismo
contado desde la perspectiva de un diplomático observador, muy bien
informado, inquieto, honrado a carta cabal, comprometido, con
excelente sentido del humor, culto e internacionalista, siempre al
servicio de las causas más nobles (y a veces muy arriesgadas) de la
Humanidad.

Debo
dejar constancia de que ha sido un gran honor para mí que el autor
me haya permitido aportar mi pequeño granito de arena a la edición
de este libro, imprescindible en mi opinión, tan necesario como el
aire que exigimos, como nos enseñó nuestro gran poeta Gabriel
Celaya.

Sin
adelantar lo que no debe ser adelantado, sin destripar nada, sin
entrar propiamente en materia, me permito apuntar unas breves
observaciones (casi telegramas), como aperitivo del manjar
pantagruélico que viene a continuación. A manera de decálogo:

1.
Pensar con cabeza propia. Fidel Castro, Guevara (“el
guerrillero heroico” le llama el doctor Oramas en alguna ocasión),
Ben Barka, Samora Machel, Amílcar Cabral, Thomas Sankara, Agosthino
Neto, Oliver Tambo, Nelson Mandela, Gorbachov, Makatini, Osmany
Cienfuegos, Raúl Roa,… son algunos de los grandes nombres, algunos
de los coprotagonistas de estas memorias. Se observa en Encrucijadas
al autor conversando con estos “personajes históricos”,
dialogando, cooperando, acordando acciones, debatiendo, pensando
estrategias exitosas, nunca en actitud servil o en aceptación
acrítica, pensando siempre con su propia cabeza. Lo señala él
mismo en conversaciones con responsables políticos de otros países.
Así, en un encuentro con un embajador nigeriano, comenta: “Clark,
le recuerdo que nosotros pensamos con nuestra propia cabeza y no nos
dejamos dominar por nadie.”

2.
Inteligencia política, excelencia diplomática
. Una muestra,
deslumbrante en mi opinión, de la gran habilidad política de
nuestro diplomático internacionalista (siempre aprendiendo, siempre
en construcción, siempre abierto al mundo) es la historia, contada
con todo lujo de detalles, casi como si se tratara de una muy
inspirada novela policíaca, de cuando Cuba -una isla que recordemos,
nunca debe habitar en nosotros el olvido, continúa asediada por el
Imperio maléfico- alcanzó a ser miembro del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. Aprendí, nos comenta el autor, “que el
diplomático tiene que hablar solo lo necesario, que más bien tiene
que interiorizar que lo fundamental es saber escuchar, analizar y
buscar las razones o motivaciones de los hechos y las palabras…”.
Un diplomático, añade más tarde, no puede confundir sus deseos con
la realidad y debe ser muy frío a la hora de estudiar hechos y
situaciones, sin que ello implique por supuesto lejanía o ausencia
de compromiso.

3.
Amor por el conocimiento. Como buen filósofo de la
praxis marcadamente antiestalinista, verán, notarán y sentirán en
la narración del doctor Oramas, diplomático de origen humilde, una
pasión permanente, ininterrumpida, por el conocimiento, un saber no
sólo político sino también artístico, científico, filosófico,
musical, histórico, cinematográfico, cultural en sentido amplio,
jamás sectario o unidimensional.

Ya
en las páginas iniciales de la narración escribe el autor: “la
fiebre por saber se hizo patente en mí con una gran fuerza”.
“Comprender es una alegría” es también una afirmación suya.

4.
Fraternidad. Observarán igualmente, no es cosa
secundaria en mi opinión, la manera franca y solidaria en la que el
autor de Amílcar Cabral, más allá de su tiempo habla con
sus compañeros, con sus camaradas, con sus colaboradores políticos.
No verán nunca en el doctor Oramas acción alguna que les haga
pensar en prepotencia, maltrato, desconsideración o altivez.
Voluntad de modestia y de servicio siempre en el puesto de mando.
Fraternidad es la palabra ilustrada, la misma que usaba Jenny
von Westphalen al despedirse en sus cartas.

5.
Pensamiento crítico y autocrítico. De Oramas Oliva
dice el embajador egipcio Osmán en su despedida de Guinea: “Mis
amigos son varios en Conakry, pero hoy me voy a referir a Oscar, a
quien he aprendido a querer por su sensibilidad humana, por su
interés en tratar de conocer a los demás, en escudriñar sus
problemas”. Además, añade, “porque creo que es un hombre que ha
abrazado una idea y la defiende pero que a su vez no deja de pensar
con ojo crítico.” Otro de los atributos del autor, al que nunca le
gustó adular apologéticamente a los jefes, a los responsables
políticos: “En cierta medida, tal vez por alguna razón
psicológica, soy tímido para no aparecer integrando el bando de los
que, con el espinazo gelatinoso, son aspirantes a hiedra.”

De
su talante autocrítico, valga este magnífico ejemplo como
ilustración: “Muchos colegas nos dicen que en ocasiones no
llegamos más lejos con nuestros mensajes porque usamos una retórica
muy fuerte. Es cierto que tengo que luchar contra esa tendencia y
hablar argumentando las tesis o las hipótesis, sin adjetivar tanto y
apartarme, cada vez que pueda, del discurso tradicional.”

6. Internacionalismo humanista. Muchos de los ejemplos incluidos en estas Memorias de título cervantino son ilustración del buen y necesario humanismo internacionalista practicado por Cuba y por el autor, nada que ver con el falso “humanismo imperialista” en el que una deleznable política de falsaria y cínica defensa de “derechos humanos” se une a una ansia insaciable y despótica voluntad de poder, opresión, destrucción y explotación. Humanismo frente a hybris, desmesura y aniquilación. Como en el caso de Marx, nada humano le es, le ha sido ajeno. Todo lo que afecta a la humanidad sufriente y golpeada es de su interés… y de su praxis.

7.
Observaciones sobre la gran crisis del siglo XX. Es
justo destacar, por profundidad y acierto, los pasajes recogidos en
el libro sobre la gran crisis del pasado siglo, sobre la desaparición
de la Unión Soviética. Las reflexiones de dirigentes políticos e
intelectuales que aparecen en Encrucijadas se unen a los
propios comentarios del autor. No hay nunca una mirada acrítica
sobre lo que se llamó (erróneamente) “socialismo real”, no hay
idealización ni mixtificación del “mundo socialista” de la
segunda mitad del XX. Fueron muchas las enseñanzas de la crisis de
los misiles para los ciudadanos cubanos, les enseñaron a saber a qué
atenerse. Sí que lo recuerdo, señala el autor, “y eso leído The
New York Times
con la información ofrecida por las autoridades
soviéticas acerca de un campo de concentración de la época de
Stalin me conmovió bastante, hasta ese instante siempre creí que
eran calumnias imperialistas”. Eso, añade, le ha hecho mucho daño
a la imagen del socialismo. “Recuerdo cuando era un joven y leía
los periódicos Hoy o en París, L’Humanité, y decían
que la existencia de los gulags en la URSS eran calumnias de
los imperialistas; ahora el gobierno soviético ha permitido a los
periodistas acreditados allí visitarlos. Ese día fue triste para mí
y me afectó mucho. Todo lo que me habían hecho creer se derrumbó
como un castillo de naipes.”

8. Africanismo, tercermundismo. Es imposible no amar a África y a sus pobladores tras la lectura de estas Memorias. De ahí el título de uno de los libros del autor: Siempre por los caminos de África. Antes de su destino en Argelia como ayudante del embajador Papito Serguera, Raúl Roa le dio un buen consejo: “Estudia África con mirada propia y no con la de los colonialistas”. La recomendación no cayó en saco roto, su aportación fue decisiva en el primer esbozo de una política cubana para el continente africano. Me gusta el continente africano, su historia y su cultura, señala el doctor Oramas: “Mi quehacer se encaminará a desarrollar relaciones con todos los países de esa región… En Guinea he aprendido que la historia de África no comienza con la colonización, como intentan inculcarnos los europeos para hacernos olvidar que en ella surgió el ser humano. Ahora comprendo que los occidentales no son todo el mundo sino parte de él.”

Y no sólo es África, muchos otros países de otros continentes del muchas veces mal llamado Tercer Mundo (no por el autor) forman parte del alma diplomática del autor. India es otro ejemplo.

9.
Cuba como faro iluminador de la política descolonizadora.
En su libro póstumo, La cuestión comunista, el filósofo e
historiador Domenico Losurdo recuerda oportunamente que de la misma
forma que la instauración del estado social, el proceso de
descolonización tampoco puede concebirse sin el impulso y
contribución del movimiento comunista internacional. Dos méritos
innegables para todos aquellos que no añoran el antiguo régimen y
su despótico dominio colonial por la raza blanca, su miseria masiva
y su plutocracia. Encrucijadas es una demostración que a
nadie deja indiferente el destacadísimo, el heroico papel ejercido
por Cuba en esta lucha de la Humanidad (Angola, Cabo Verde, Guinea
Bissau, lucha contra el apartheid, incluso, indirectamente, la
portuguesa revolución de los claveles) por derechos humanos básicos,
esenciales, la independencia entre ellos. ¡Cuba, una isla de apenas
110 mil km², algo así como la quinta parte de España, con sus
11,3 millones de ciudadanos, ha sido arista central de la Historia de
la segunda mitad del siglo XX!

Todo
ello es muestra al mismo tiempo, aunque la voluntad de modestia el
autor evite en todo momento protagonismo, del gran papel jugado por
nuestro diplomático, quien, por supuesto, no se olvida de mostrar su
admiración por la entrega de los internacionalistas cubanos:
“quienes con abnegación, convicción profunda e hidalguía
combatieron con las armas, el estetoscopio y otros instrumentos de
trabajo para ayudar a otros pueblos, haciendo realidad un principio
que tendrá que regir la convivencia entre los pueblos, más temprano
que tarde, la solidaridad”.

Cuba
siempre en su corazón, como lo estuvo España republicana asediada
en el corazón de Pablo Neruda. Basta recordar lo comentado por el
doctor Oramas, entonces en Japón, durante el intento de invasión
imperial de 1962: “Pero la decisión de luchar la mantengo firme y,
además, tengo la convicción de que no nos pasará lo mismo que a la
Guatemala del presidente Jacobo Árbenz… Salimos del vetusto
edificio del Parlamento [japonés]. Estoy ensimismado en el dolor de
sentir la Patria agredida y estar tan lejos de mis seres queridos
aquí en Tokio, a miles de millas de distancia, sin tener noticias
exactas.”

10.
Esperancismo. ¿Qué filosofía subyace a muchas de
estas páginas? En mi opinión, un esperancismo realista, sin
ensoñaciones, un alegato contra el nihilismo: “Vendrán momentos
difíciles para todos y en especial para los países con grandes
reservas de materias primas”, conjetura, pero a la postre, añade,
“los pueblos triunfaran y una más equitativa distribución de las
riquezas se impondrá, como también verá la luz un racional patrón
de producción y consumo que garantice la supervivencia de la especie
humana”.

Esperancismo
bañado, además, de un horizonte de luz, de libertad, de
emancipación humana, de auténtica liberación social. Otro clásico,
muy leído y admirado por el otro clásico, por Marx, viene en su
ayuda: “Cuanta
luz, luz y más luz, como dijera el gran Johann W. Goethe, eso es lo
que el lector encontrara en estas páginas, preñadas de un amor
infinito en la redención humana”. Observen el término elegido:
redención, como si se tratara de una liberadora epifanía laica.

Como
todos los decálogos que se precien este se puede resumir en dos
ideas centrales: firme compromiso y honestidad, atributos de un
hombre bueno. Con Brecht: “A la buena gente se la conoce/ en que
resulta mejor/ cuando se la conoce.”

Óscar Oramas Oliva el 18 de junio de 1986 en el transcurso de la conferencia de la ONU en la que se debatieron las sanciones contra el régimen del apartheid sudafricano. Créditos: Michel Claude. UN Photo

El
doctor Oramas habla, en reiteradas ocasiones, de Raúl Roa García al
que llama “el Canciller de la Dignidad”. Sigamos su ejemplo:
Óscar Oramas Oliva ha sido, así se muestra a lo largo de estas
páginas imprescindibles para cualquier ciudadano de izquierdas de
cualquier país del mundo, el diplomático internacionalista de la
dignidad.

“Ha
habido tiempo para todo y he vivido todos los tiempos”, afirma. Y
tiene razón: ha tenido tiempo para todo, para luchas sin las que no
podríamos ni entender muchos combates esenciales del siglo XX ni
entendernos a nosotros. Y ha vivido, ciertamente, todos los tiempos.

No
pasará por alto a los lectores la cita de Almudena Grandes, elegida
tiempo antes del fallecimiento de la gran escritora madrileña, que
abre estas Memorias. Como en el caso de la autora de Las tres
bodas de Manolita
también aquí: Escribir es mirar al mundo,
contar lo que uno ve y cada escritor mira el mundo y ve cosas
distintas, de acuerdo a su ideología, memoria, percepción de lo
bueno o lo malo: escribir es tomar posición ideológica sobre la
realidad, por eso la literatura siempre tiene que ver con la
ideología.
La posición ideológica del doctor Oramas no se
esconde, se muestra con total libertad y consistencia: socialismo
internacionalista, comunismo democrático, lucha contra todo tipo de
opresión, desigualdad y explotación, amor a la libertad y a la
justicia.

El
embajador de la dignidad recuerda una frase martiana: “En política,
lo real es lo que no se ve”. Pero la política es también a veces
lo que se ve, lo que pueden ver en estas memorias.

En
síntesis: pasen, lean, relean, tomen apuntes, admírense, recuerden
qué hacían ustedes en aquellas circunstancias, emociónense en
muchas ocasiones, vean como lo imposible es a veces posible… y
recomiéndelo a sus amistades. Nadie quedará defraudado.

PS: Las notas al pie de página del editor se distinguen por las letras NE. Jaime Ramajo Escalera ha sido esencial en la edición de estas Memorias, sin olvidarme -imposible hacerlo- del trabajo de Jaime González-Láncara García, deslumbrante diseñador y maquetador. Con Cernuda: Gracias, compañeros, gracias.

Si se desea descargar la primera parte en pdf puede hacerlo aquí: Vol. 1. Si desea descargar la segunda parte en pdf puede hacerlo aquí: Vol. 2. Si desea adquirirlos en papel a través de la Editorial Lulu: https://espai-marx.net/?p=11919