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La coyuntura ha estado marcada por el
avance del proceso constitucional, el conflicto en el Wallmapu y la
gestión de este por el gobierno, generando una serie de realineamientos
en la escena política. La publicación del borrador constitucional cierra
el debate previo y obliga a las distintas fuerzas políticas a tomar
definiciones de cara al plebiscito del próximo 4 de septiembre.

Dicha contienda se dará en el marco de
una profunda crisis de dominación, en que las distintas fracciones
burguesas no han logrado dar una solución. Todo parece indicar que la
crisis continuará más allá del resultado del plebiscito.

Los partidos burgueses se encuentran
divididos. Mientras que las fracciones burguesas aglutinadas en torno al
PS apuestan por la aprobación de la propuesta constitucional al
considerar que no hay mayores riesgos para el capital, apostando por una
mayor estabilidad política; otros sectores burgueses nucleados en torno
a los partidos de derecha y de la ex-Concertación, apuestan por el
rechazo de la propuesta. 

No obstante, ambos sectores coinciden
que se requiere reconfigurar el esquema político-institucional de la
Transición. La diferencia está en las vías de reforma, ya sea a través
de la aprobación de la propuesta constitucional o a través del actual
Congreso, la recuperación de la propuesta de Bachelet, la convocatoria a
una nueva Convención, entre otras.

Por su parte, la fracciones de las
clases medias, que le han dado la conducción política a la protesta
social de los últimos años, ha definido el contenido del proceso
constitucional, instalándose además al frente del ejecutivo. Estas se
preparan para disputar la batalla por el apruebo bajo la consigna de
“todos contra la derecha” y agitando las banderas del anti-pinochetismo.

Conflicto en el Wallmapu

Sin embargo, su programa comienza a
sufrir un veloz desfonde político producto de su propia inconsistencia. Y
es que a pesar de sus discursos demo ciudadanistas y su crítica al
orden transicional, una vez instaladas en la función de representantes
del Estado burgués, no han más que reproducido las lógicas de la razón
de estado que la dominación del capital requiere.

Es así que, a menos de tres meses de
haberlo revocado, el gobierno se vio obligado por las circunstancias a
decretar nuevamente el Estado de Excepción en las provincias del Bio-bio
y Arauco y en la región de la Araucanía, desplegando a las Fuerzas
Armadas en la zona para enfrentar la lucha nacional-territorial del
pueblo mapuche.

El gobierno continúa minando la base
de apoyo que lo eligió, que esperaba un cambio democratizador,
tensionando las relaciones internas de su coalición en la medida que se
ven desplazadas las posiciones del PC y sectores del FA. Esta decisión
radicaliza las reacciones de los sectores autonomistas del pueblo
mapuche que, frente a la iniciativa del gobierno han hecho un llamado a
organizar la resistencia armada, al mismo tiempo que genera reacciones
en la derecha por la ambivalencia y tibieza con que se toma la medida.

Este cuadro puede tener repercusiones
sobre otros frentes, como el constitucional, donde el gobierno ya
empieza a evaluar un escenario de derrota del “apruebo” en el
plebiscito.

Quehacer

Solo una paciente y sistemática política de masas
en el seno de la clase trabajadora puede despejar a ojos de esta lo que
realmente se juega tras el cambio constitucional. Para ello es
necesario deshacerse de las ilusiones ciudadanistas, con toda su florida
demagogia, y aclarar qué hay de verdaderamente valioso en el borrador
de nueva Constitución para el avance de mejores condiciones de lucha y
organización para la clase trabajadora en su conjunto.

Asimismo, se debe dejar en claro que la política democrática socialista frente al conflicto mapuche no es otra que reconocimiento del derecho a la autodeterminación de esta nación, y no el artículo sobre Estado Plurinacional –que solo exacerbará el problema– que quedó consagrado en la propuesta constitucional. La unidad político-territorial del Estado chileno es un axioma insalvable para las clases burguesas, pero no para la clase trabajadora. Solo la clase trabajadora aspira a construir una relación verdaderamente democrática entre el pueblo chileno y el mapuche, que no signifique la opresión de este último.

https://revistaconfrontaciones.cl/2022/05/23/el-desfonde-del-gobierno/