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Moscú ha redoblado sus exigencias en relación a sus hostiles socios occidentales, los mismos que pueden confiscarle fácilmente en nombre de las «sanciones» sus reservas. Les solicitó se allanen a pagar en rublos por su petróleo, cereales, fertilizantes, carbón, metales, gas neón y otros productos básicos, además del gas natural, «Si quiere gasolina, encuentre rublos«.

El intento de Occidente de aislar a una de las naciones con enorme cantidad y diversidad de recursos naturales es un acto irracional y autodestructivo, que provocó aumento de los precios para los consumidores mundiales y llevará seguramente tanto a Europa, Estados Unidos y al mundo a la recesión. Como si esta torpeza no fuera suficiente, se congelaron los bonos del Tesoro norteamericano donde los rusos depositaban sus ahorros de la venta de recursos naturales; doble error. Mientras se transita este camino, veremos qué tan lleno de espinas se encuentra.

Entre tanto, los ejemplos del impacto de las sanciones
se multiplican en el mundo y Rusia no ha movido un dedo contra las sanciones.
El alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep
Borrell, una especie de Macri europeo por sus dichos y su estupidez –en todos
lados se cuecen habas–, propuso como solución para reducir la dependencia
energética de Rusia y sortear los precios disparados en el gas y
la electricidad. Asestar un golpe a las finanzas de Vladimir Putin, haciendo
que los europeos, en un esfuerzo colectivo, «reduzcan el consumo de gas en casa» bajando la calefacción».
Un verdadero iluminado. O sea, Europa paga más caro el gas a Estados Unidos y
todos contentos, con el bolsillo y el frío de la sociedad comunitaria.

Con
el mismo atrevimiento, el presidente Joe Biden realizó una conferencia de
prensa desde Bruselas, después de la sesión extraordinaria de la OTAN, y sin
ruborizarse y suelto de cuerpo manifestó que la escasez de alimentos «va a ser
real» y el «precio de las sanciones no solo se impone a Rusia, sino también se
impone a una gran cantidad de países, incluidos los países europeos y nuestro
país también”. No teman, los votantes americanos piensan lo mismo que los que
están leyendo estas líneas. La política exterior americana no está dando
internamente los frutos esperados, el 70% de los americanos cree el actual
gobierno que no puede manejar la guerra.

Los líderes europeos, por su parte, que se han vuelto
muy aficionados a la idea de liberar a sus economías de la dependencia del
petróleo y el gas rusos, no parecen distinguir deseos de realidad. En el mundo
real, desafortunadamente, los números de este anhelo simplemente no tienen
sentido. Según el Financial Times, la promesa de Washington de alejar a
Europa del gas ruso, impulsando las exportaciones de GNL estadounidense y otros
oferentes, no cuadra.

Como recordatorio, se supone que el plan de los EE.
UU. funcionará en tres pasos: primero, ayudará a la UE a asegurar el
suministro de gas natural licuado a corto plazo para comenzar a desplazar al
gas ruso. En segundo lugar, Europa trabajará «hacia el objetivo de
garantizar» un mercado más grande para el gas de norteamericano para 2030. En
tercer lugar, los EE.UU. ayudarían a Europa a acelerar su transición hacia las
energías limpias. Como se ve, el negocio americano es monumental, solo los
aterrados europeos pueden aceptar de buena manera y sin cuestionar todos los
obstáculos que se presentan y que demuestran la imposibilidad de que esta
patraña se cumpla. Lo han predicho desde Goldman Sachs hasta organismo
especialistas en energía, pasando por consultorías privadas y organismos
internacionales. Si quieren seguir este dislate lo pueden profundizar con la
lectura del artículo “El plan de Europa para impulsar las importaciones de GNL de EEUU, en
otros lugares enfrenta grandes obstáculos”
 de Tyler Durden.

Una tras otra las medidas implementadas son un fracaso
para el consumidor y un gran negocio para las empresas energéticas. Aun así,
hay errores más costosos que se vienen madurando desde hace tiempo, pero ahora
se están precipitando. La participación del dólar en las monedas de reserva
global ha disminuido constantemente durante los últimos 20 años, a medida que
los bancos centrales recurren a monedas no tradicionales, incluido el renminbi,
para diversificar sus
tenencias, todo esto sin guerra en puerta.

Estos datos salen del último trabajo del FMI, “La erosión sigilosa del dominio del dólar: diversificadores activos y el
auge de las monedas de reserva no tradicionales
”. Lo sorprendente es
que la disminución de la participación del dólar no ha ido acompañada de un
aumento de la participación de la libra esterlina, el yen y el euro, otras
monedas y unidades de reserva de larga data que, junto con el dólar, han
constituido históricamente los Derechos Especiales de Giro del FMI. El
cambio de dólares ha sido en dos direcciones: una cuarta parte hacia el
renminbi chino, y tres cuartas partes en las monedas de países más
pequeños que han desempeñado un papel más limitado como moneda de reserva.

En síntesis, el FMI concluye que aún no se ha llegado
a poner en riesgo al área dólar, pero el tiempo corre más rápido de lo que la
Secretaria del Tesoro de los EE.UU., Janet Yellen, podría darse cuenta. Con las
sanciones a Rusia, al apoderarse de varios cientos de miles de millones de
dólares de las reservas del banco central, Washington ha cuestionado la lógica
del sistema financiero existente, alentando al resto del mundo a “repensar las tenencias de reservas de
divisas
”, como lo expresó el FMI.

Estados
Unidos tiene un déficit de cuenta corriente de un billón de dólares al año y lo
financia vendiendo activos de reserva –dólares– o captando ahorros del mundo
que compran bonos del Tesoro americano. Es decir, las inversiones en deuda
americana es fiable porque, tienen la máquina de hacer dólares, para pagar, y
ostentan la seguridad de ser inviolables, por tener de custodia un monstruoso
aparato bélico. La caja de seguridad está a salvo. La amenaza que el propio
Estados Unidos ha impuesto al área dólar se reduce a que el mundo deje de
prestar o financiar el billón de dólares al año que Estados Unidos necesita. Si
otras monedas compitieran con el dólar, o los países entienden que depositar
sus ahorros en dólares es un riesgo, cambiarían, por ejemplo, al pretroyuan.
Cada porcentaje de desvió del área dólar por otra moneda o bono es la parte que
se deja de financiar del déficit americano.

En un exquisito artículo, Alastair Crooke sintetiza el disparate americano.
Occidente decretó que las tenencias de la reserva soberana rusa en euros,
dólares y bonos del Tesoro de los EE.UU. ya no eran “dinero bueno”. No tenían
valor como “dinero” para pagar las deudas rusas a sus acreedores extranjeros.
El mensaje ahora es bastante claro: si con solo presionar un botón, un estado importante del G20 puede ver que se
apoderan de sus reservas, entonces, aquellos que todavía las tienen en Nueva
York, deben poner sus barbas en remojo y diversificarlas a otro lugar mientras
sea posible.

Ahora, más que nunca, hay que preguntarse, ¿qué
piensan aquellos que creían que los bonos soberanos de EE.UU. (Treasuries) eran “dinero inviolable y seguro”? Bueno, EE.UU. acaba de declarar nulos y sin efecto
esos bonos estadounidenses que son de propiedad del Banco Central de Rusia.
Algo parecido pasa con el oro, aunque aquí hay algunas discusiones sobre si se
encuentra en Rusia o en otros bancos centrales, lo importante es que se puede
congelar. Con el precedente ruso, las autoridades estadounidenses pueden
confiscar fácilmente 6.000 toneladas de oro del mundo con solo pulsar un botón.
Y por qué no hacerlo, el oro está ahí para apoderárselo. Entonces, ¿por qué los
Estados extranjeros querrían seguir manteniendo su oro en Nueva York?

La
hegemonía estadounidense sobre el llamado “orden basado en reglas” ha pasado de
ser un orden militar a uno fundado en disposiciones financieras, o se han
aplicado sanciones financieras a movimientos geopolíticos. Es decir, cualquier
país que no acepte este “orden” se expone a una sanción financiera del Tesoro
estadounidense. Lo que no se puede es equiparar rivales en la toma botines de
guerra. Y en este caso es una potencia nuclear. Más que Rusia, los saqueadores
representan el 11% de la población mundial, Canadá, Estados Unidos, UE, Reino
Unido y Japón, que alcanzan los 1.000 millones de personas, mientras que los
restantes 6.900 millones de habitantes del mundo carece de interés por la
guerra o no están de acuerdo con el saqueo.

Con esta lógica, el presidente Joe Biden firmó una
orden ejecutiva que permite a Estados Unidos disponer de 7.000 millones de
dólares del Banco Central de Afganistán, depositados en instituciones
financieras estadounidenses y que fueron congelados tras el regreso al poder el pasado
verano de los talibanes
. Se trata de una medida inusual, según
Washington, aunque no estén de acuerdo iraníes, iraquíes y rusos, ya que en
todos los casos se tomó posesión de sus activos para ser depositados en una
cuenta de la Reserva Federal de Nueva York. Misma barbaridad realizó la Corte
Suprema de Reino Unido cuando falló a favor del líder opositor Juan Guaidó, que
había apelado al alto tribunal en la disputa sobre si es él o el
presidente Nicolás
Maduro
 era quien debía controlar el oro
depositado en Londres, unos U$S 1.000 millones, que siguen en la capital
británica.

Destronar
al dólar como moneda de reserva mundial no es algo que pueda suceder de la
noche a la mañana, y no es algo que pueda hacer un solo país. La larga
batalla de Rusia contra el dólar es más una insurgencia que una guerra. Desde
las sanciones en respuesta a la anexión de Crimea, por parte de Rusia en 2014,
comenzó su lucha contra la debilidad financiera en su intento de oponerse a
Occidente. Desde entonces, Rusia ha tomado medidas para reducir su exposición
al dólar, previendo exactamente el tipo de sanciones de amplio alcance
recientemente impuestas. Según una estimación, la proporción de las
exportaciones de Rusia denominadas en dólares cayó del 80% en 2014 a alrededor
al 40% en la actualidad. En el mismo período, el Banco Central de Rusia redujo
a la mitad sus reservas en dólares, cambiando al euro, el yuan y otras
monedas. Para 2019, Rusia poseía una cuarta parte de todas las reservas de
yuanes del mundo.

Durante años, tanto Rusia como China han tratado de
alejarse del dólar, un intento conocido como desdolarización. Los dos
países dieron un gran paso en
esa dirección en 2019. En el primer trimestre de 2020, la participación del
dólar en el comercio entre Rusia y China cayó por debajo del 50% por primera
vez. Hasta 2015, aproximadamente, el 90% de las transacciones bilaterales
se realizaron en dólares. Muchos esperaban que la alianza entre Rusia y China
fuera militar, de hecho lo es, o una alianza comercial, pero ahora se está
moviendo más en la dirección bancaria y financiera, y eso es lo que puede
garantizar la independencia de ambos países.

Moscú
y Pekín llegaron a un acuerdo durante 2019 para reemplazar el dólar con monedas
nacionales para los acuerdos internacionales entre ellos. El pacto también
exigía que las dos partes desarrollaran mecanismos de pago alternativos a la
red SWIFT, dominada por Estados Unidos para realizar operaciones comerciales en
rublos y yuanes.

A
principios de este año, el Kremlin otorgó permiso al fondo de riqueza soberana
de Rusia para comenzar a invertir en yuanes y bonos estatales chinos. El
impulso de Rusia para acumular yuanes no se trata solo de diversificar sus
reservas de divisas, también quiere alentar a Beijing a que se vuelva más
asertivo al desafiar el liderazgo económico global de Washington.

Sergei Glazyev, Ministro a cargo de Integración y
Macroeconomía de la Comisión Económica Euroasiática, presentó sus propuestas
sobre la creación del sistema monetario y financiero nacional, basado en la
moneda de la Unión Económica Euroasiática, durante el foro en línea
«Acoplamiento de la EAEU y la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China».
Según él, lo más importante es estabilizar los tipos de cambio de las monedas
nacionales. «Ya
es hora de firmar un acuerdo entre los Estados de la Unión Económica
Euroasiática para garantizar la estabilización de los tipos de cambio y crear
una “unión monetaria” similar a la que existía en la Unión Europea.

Además,
es necesario persuadir a otros países para que muten a este nuevo sistema
monetario. El cambio a un mundo post dólar solo puede ocurrir con la adopción
generalizada de otra moneda; hasta ahora, pocos países, con la excepción de
Irán, que también está fuertemente sancionado por Occidente, parecían
interesados, pero la voracidad americana ha logrado que Estados Unidos sea el
mayor opositor al área dólar.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2022/04/03/el-costo-de-la-estupidez-nuevo-sistema-financiero-internacional/