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Y lo que he visto es que Argentina sufre una situación de crisis alimentaria muy grave. Según datos del UNICEF, 8,8 millones de niños y niñas, el 66% del total, son pobres, y «viven en familias que no tienen suficientes ingresos para cubrir la canasta básica de alimentos y otros servicios». Dejando de lado las razones estructurales, como la tenencia de tierra o la deuda externa, realmente debe de ser muy difícil luchar contra una inflación anual del 95%. Pero, sobre todo, lo que he visto es la respuesta de la sociedad civil ante esta situación, encabezada por la Unión de Trabajadores de la Tierra. Solo 12 años después de su fundación, esta organización ha reunido a más de 30 mil familias campesinas tanto para defender sus derechos como para comercializar de forma directa sus producciones, poniendo en marcha, hasta ahora, alrededor de 500 puntos de venta. Porque su voluntad política es demostrar que, frente a la crisis alimentaria, son las clases populares del sector primario las que pueden alimentar el país con precios justos y accesibles.

Esto es soberanía alimentaria.
No es, como escuchamos muchas veces, buscar exclusivamente la autosuficiencia
dentro de unos límites territoriales concretos. Es la construcción de un
sistema alimentario a partir de la alianza entre el sector campesino que ha
decidido dedicar su trabajo a producir una comida sostenible y saludable para
las capas populares de la población, y los y las consumidoras que han decidido
que quieren garantizar su alimentación con la producción agroecológica y social
de su territorio.

La situación catalana también
es grave, la población en riesgo de pobreza ya es del 26% y el IPC de los
alimentos no para de aumentar (el acumulado de los últimos doce meses es del
14,5%). Cierto, no es tan crítica como Argentina, pero en la realidad agraria
tenemos un parecido que debería disparar las alarmas: tanto ellos como nosotros
hemos apostado todo al monocultivo de exportación –soja en su caso, cerdos
(alimentados de soja) en el nuestro– dejando de lado el suministro de alimentos
para los mercados locales.

Desde las administraciones
catalanas, ¿estamos impulsando la diversificación de la producción así como
maneras de producir adaptadas a realidades derivadas de la crisis climática
como la sequía? Desde la sociedad civil, ¿estamos construyendo alternativas que
de verdad tengan capacidad y escala para dar respuesta a la crisis alimentaria?
Y, finalmente, ¿estamos generando espacios de confluencia para encontrar
respuestas comunitarias con un verdadero compromiso y apoyo público?

Publicat al
diari ARA
, 24 de març 2023. Gustavo Duch

Fuente: https://gustavoduch.wordpress.com/2023/03/30/catalunya-y-argentina-la-misma-crisis-alimentaria/