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Un encuentro “positivo” y “productivo”, declaró el presidente de
Estados Unidos, Joe Biden. Una reunión “útil” y “sincera”, afirmó, por
su parte, el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan. Estas son algunas de
las declaraciones de ambos Jefes de Estado luego de la reunión que
mantuvieron en Bruselas, en la finalización de la cumbre de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se realizó en
estos días.

La semana pasada, Cengiz Candar, analista de Al Monitor, explicaba en un artículo:
“Las ilusiones no pueden restablecer las relaciones entre Turquía y
Estados Unidos. Tampoco puede hacerlo la asimetría entre un presidente
estadounidense recién elegido, que se encuentra en una posición
relativamente fuerte y disfruta de una reactivación económica en su
país, y su debilitado y cada vez más débil homólogo turco que se
enfrenta a los problemas económicos de un país sacudido por los
escándalos de corrupción”.

Lo único cierto hasta el momento son las palabras de los mandatarios.
Biden dijo, tras la reunión, que está “seguro” de que Washington y
Ankara lograrán “un progreso real”, según informó la agencia Europa Press.

“Tuvimos discusiones detalladas sobre cómo proceder en una serie de
cuestiones. Nuestros países tienen grandes agendas y nuestros equipos
continuarán nuestras discusiones”, explicó el mandatario estadounidense.

Por su parte, Erdogan indicó que ambos discutieron tanto temas en los
que no están “de acuerdo” como de otras áreas de “intereses comunes”,
todo ello “con un enfoque constructivo”, recoge la agencia turca
Anatolia.

“En este encuentro, evaluamos los pasos que se pueden dar para
ejecutar plenamente el potencial económico entre nosotros, teniendo en
cuenta las nuevas oportunidades que surgirán después de la pandemia”,
agregó el presidente turco, quien ha manifestado que las relaciones
entre los países deben reactivarse.

Así, ha tildado la reunión de “útil y sincera”, y ha expresado que
hay una “fuerte voluntad de iniciar un período de cooperación productiva
basada en el respeto mutuo y el interés en todos los campos”.

Erdogan reconoció que “aumentaremos nuestra cooperación con Biden de
acuerdo con estos objetivos en el próximo período. En las relaciones
Turquía-Estados Unidos, creemos que no hay problema que no se pueda
resolver; por el contrario, nuestras áreas de cooperación muestran una
perspectiva más amplia y rica que los problemas”.

Aunque el presidente turco en la actualidad participa en la ocupación
ilegal de varias regiones del norte de Siria y sus fuerzas aéreas están
bombardeando, desde hace casi 50 días, el Kurdistán iraquí –ambas
situación con el conocimiento pleno de Washington y su aprobación-,
Erdogan aseveró que ambos países, “que han hecho grandes contribuciones a
la paz, la prosperidad y la seguridad de la geografía euroatlántica”,
seguirán “trabajando con la misma sensibilidad”.

En la declaración final de la Cumbre de la OTAN no se hizo ninguna
referencia a los peligros que emanan desde Turquía, sino todo lo
contrario. En la declaración se remarcó: “Seguimos atentos a los
lanzamientos de misiles desde Siria que podrían volver a alcanzar o
apuntar a Turquía. Seguimos vigilando y evaluando la amenaza de los
misiles balísticos procedentes de Siria”.

En el encuentro, Erdogan también le informó a Biden que la posición
de Ankara sobre los sistemas antiáereos S-400 adquiridos a Rusia no ha
cambiado. La compra de estos sistemas por parte de Turquía derivó en una
crisis en 2019.

En esta primera reunión, ambos mandatarios pareciera que intentaron
la distención entre las administraciones, luego de que Erdogan
disfrutara de los “vaivenes políticos” de Donald Trump. Lo que sí queda
en claro, es que para Washington no importa demasiado que el gobierno
turco aplique una represión sistemática contra la oposición de su país,
principalmente teniendo como blanco al Partido Democrático de los
Pueblos (HDP) y el pueblo kurdo.

Periodistas, dirigentes políticos, representantes legislativos y
municipales electos, referentas del movimiento de mujeres, todos y
todas, miles y miles de personas, se encuentran tras las rejas en
Turquía. No es algo que, por lo visto, le preocupe demasiado a Joe
Biden.

Frente a las invasiones militares que hoy en día sostiene Turquía y
su apoyo abierto a grupos terroristas y mercenarios (como sucedió
durante la breve guerra desatada por Azerbaiyán contra Armenia y
Artsaj), desde Washington miran hacia otro lado. Las violaciones a los
derechos humanos cometidas por los soldados y yihadistas respaldados por
el Estado turco en el cantón kurdo de Afrin, también quedan lejos de la
“visión crítica” de la Casa Blanca.

Ante la reunión de la OTAN, y el encuentro entre Erdogan y Biden, el
Congreso de Sociedades Democráticas del Kurdistán en Europa (KCDK-E)
alertó que la alianza atlántica tiene como objetivo encubrir todos los
crímenes cometidos por el presidente turco.

Según la KCDK-E, la Cumbre de la OTAN abre “el camino para nuevas
masacres, ya que pretende encubrir todos los crímenes cometidos por el
dictador Erdogan y el ejército genocida turco, que amenaza a los pueblos
de Oriente Medio y especialmente al pueblo kurdo”.

Desde la organización kurda también se remarcó que “Turquía, que ha
metido en las cárceles a decenas de miles de personas por sus opiniones
diferentes, donde no se acepta el libre albedrío de ninguna voz
disidente, donde las mujeres están expuestas a las violaciones y los
asesinatos por parte de los hombres, y donde una gran parte de la
sociedad está sin trabajo y con hambre, ha sido recompensada con esta
decisión”.

La urgencia de la administración Biden es estabilizar Turquía,
controlar un poco más a Erdogan (con el objetivo de multiplicar los
acuerdos comerciales y militares) y, al mismo tiempo, alejar al
presidente turco de Rusia y China.

Los pueblos de la región que sufren la furia represiva impulsada por
el presidente turco, están muy lejos de las “palabras formales y
correctas” de Joe Biden.