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CIUDAD DE GAZA.- Tres generaciones de la
familia al-Khour desaparecieron cuando Israel bombardeó su casa
familiar en el barrio de al-Sabra, en el centro de Gaza, al amanecer del
26 de abril. El anciano patriarca de la familia, Talal al-Khour, sus
esposas, hijas, hijos y nietos murieron en el ataque. Un total de
veintidós personas -entre ellas doce niños- perecieron, con sus cuerpos
destrozados y enterrados bajo los escombros.

«El ataque aéreo se produjo al amanecer,
mientras dormíamos. De repente, nos despertamos con una explosión que
parecía un terremoto. Salimos corriendo a la calle y vimos que la casa
de cinco pisos de la familia Al-Khour se había convertido en un montón
de escombros», declaró a Drop Site News Mohammad Al-Ajla, un
vecino de 37 años que ayudó a recuperar los cadáveres. En cuanto se
disipó el polvo del ataque, los vecinos empezaron a intentar rescatar a
los miembros de la familia». La operación de recuperación se prolongó
durante ocho horas seguidas. Vimos cadáveres por todas partes. Había
niños sin cabeza».

Con la ayuda de los residentes de la
zona, los equipos de Protección Civil pudieron recuperar quince de los
cadáveres, que posteriormente fueron enterrados juntos en una fosa
común. Los cuerpos restantes siguen atrapados bajo los escombros. Según
el portavoz de Defensa Civil, Mahmud Basal, los equipos de rescate de
emergencia se vieron obligados a excavar entre los escombros con las
manos desnudas debido a que Israel deniega la entrada de equipos en Gaza
y ha atacado deliberadamente la escasa maquinaria disponible.

«Podíamos oír los gritos de los heridos
atrapados bajo los escombros, pero no podíamos llegar hasta ellos. Con
el tiempo, los gritos se fueron apagando y ya no sabíamos si seguían
vivos o habían muerto», declaró Basal a Drop Site. «Se podrían
haber salvado muchas vidas, pero el bloqueo continuo y la denegación de
herramientas esenciales eliminaron toda posibilidad de rescate».

Desde que Israel reanudó su campaña de
bombardeos de tierra quemada el 18 de marzo, Gaza se ha transformado en
un desierto de muerte, en el que los escombros y las ruinas constituyen
el telón de fondo de una incesante campaña de asesinatos en masa. El
ejército israelí ha llevado a cabo a diario múltiples ataques aéreos y
bombardeos en todo el enclave, machacando viviendas, campos de
desplazados, cafeterías, hospitales, comedores de beneficencia, las
llamadas «zonas humanitarias» y otros emplazamientos civiles.

Resulta casi imposible rastrear la
magnitud de los ataques. Sólo el miércoles, tres edificios residenciales
del campo de refugiados de Nuseirat fueron bombardeados; en uno de los
ataques murieron seis miembros de una familia, entre ellos tres
hermanos, todos niños. En un edificio cercano, murieron ocho personas en
una sola vivienda. En Yabalia, al menos tres personas de la misma
familia, entre ellas dos niñas, murieron por fuego de artillería
israelí. En la costa, al oeste de la ciudad de Gaza, murió un pescador
mientras sacaba su barca a tierra. En la zona occidental de Jan Yunis,
un ataque nocturno con drones contra una tienda de campaña causó la
muerte de seis personas, entre ellas varios niños. Esta lista no es
exhaustiva y ni siquiera abarca un periodo de 24 horas.

Durante dos días de la semana pasada el ejército israelí también atacó y bombardeó más de 30 excavadoras y otra maquinaria pesada. Algunas de ellas habían sido donadas durante el «alto el fuego» para retirar escombros, reparar infraestructuras críticas y rescatar a personas tras los ataques aéreos, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés).

Las escenas que llegan de toda Gaza,
desde Rafah, en el sur, hasta Beit Hanún, en el norte, son
sobrecogedoras por su horror. Niños despedazados por los tejados o
mientras montaban en bicicleta; cadáveres esparcidos por una cafetería,
algunos todavía sentados, desplomados en sus sillas; cadáveres envueltos
en bolsas blancas para cadáveres alineados unos junto a otros; drones
suicidas que se estrellan contra tiendas de campaña en las que duermen
familias; padres gritando y niños heridos esparcidos por las calles.

«Las masacres no cesan. Nos están exterminando sin pausa alguna», afirmó Anas al-Sharif, corresponsal de Al Jazeera, en una publicación en las redes sociales.

Solo en las últimas seis semanas han muerto al menos 2.300 palestinos, lo que equivale a más de cincuenta personas asesinadas cada día. Más de 740 de los muertos son niños, según declaró a Drop Site el director de la Unidad de Información del Ministerio de Sanidad de Gaza, Zaher Al-Wahidi. Desde el comienzo de la guerra, más de 2.180 familias han sido aniquiladas por completo -con todos sus miembros muertos-, mientras que más de 5.070 familias han perdido a todos sus miembros excepto a una persona superviviente, según la Oficina de Medios de Comunicación del Gobierno.

El implacable asalto se produce en un
momento en que Israel ha impuesto una política de inanición forzosa a
los dos millones de habitantes de Gaza, sellando Gaza por completo y
negando la entrada de todos los alimentos, combustible, medicinas y
otros bienes humanitarios desde el 2 de marzo, el bloqueo más prolongado
desde el comienzo de la guerra. Más de 65.000 niños de Gaza han sido
hospitalizados con desnutrición grave, según una declaración de esta
semana de la Oficina de Medios de Comunicación del Gobierno.

Israel ha dejado claro que la
intensificación del asalto militar y el bloqueo en curso tienen como
objetivo explícito doblegar a Hamás. Las negociaciones para un alto el
fuego parecen estancadas, ya que Israel ha desechado elementos cruciales
del acuerdo original en tres fases firmado por Hamás e Israel en enero,
y ahora presiona para que Hamás se rinda formalmente, se desarme y
exilie a sus dirigentes como condición para poner fin al genocidio.

El ministro de Defensa de Israel ha
reiterado que la denegación de alimentos, medicinas y otro tipo de ayuda
se está utilizando para castigar colectivamente a los palestinos de
Gaza. «Ninguna ayuda humanitaria va a entrar en Gaza», dijo Israel Katz,
anunciando que «que la ayuda humanitaria entre en Gaza es una de las
principales palancas de presión».

Utilizar el hambre como arma de guerra
ha tenido un efecto devastador. La semana pasada, la ONU advirtió de que
Gaza «se enfrenta ahora probablemente a la peor crisis humanitaria en
los 18 meses transcurridos desde la escalada de las hostilidades en
octubre de 2023».

El Programa Mundial de Alimentos anunció
recientemente que se había quedado sin comida. «La situación ha llegado
a un límite insuperable», dijo la organización en un comunicado. Los
precios de los alimentos han subido un 1.400%. Sin suministros de harina
o combustible, las panaderías de Gaza han dejado de funcionar y las
reservas de alimentos se están agotando rápidamente. La harina
disponible suele estar infestada de insectos. Las familias recurren cada
vez más a mezclar macarrones triturados con harina para hacer pan y
asignar sólo una pieza de pan por miembro de la familia al día.

Ante la escasez de gas y leña las familias se ven obligadas a quemar plásticos y otros residuos para cocinar los pocos alimentos que tienen. Para sobrevivir, la gente busca plantas silvestres y come tortugas marinas que han llegado a la orilla. La ONU declaró la semana pasada que en marzo se identificaron 3.700 niños con desnutrición aguda, un 80% más que el mes anterior. Un total de 53 niños han muerto de desnutrición desde que empezó la guerra.

Los directores de doce importantes organizaciones de ayuda humanitaria emitieron la semana pasada una declaración conjunta en la que advertían de que «la hambruna no es sólo un riesgo, sino que es probable que se desate rápidamente en casi todas las zonas de Gaza», y calificaban la situación de Gaza como «uno de los peores fracasos humanitarios de nuestra generación».

En las últimas semanas el ejército israelí ha bombardeado el hospital Al Ahli y el hospital pediátrico Al Durrah, ambos en la ciudad de Gaza; el hospital Nasser en Jan Yunís y el hospital de campaña Kuwaiti en Mawasi; y ha masacrado a quince trabajadores de emergencias y socorristas. Los hospitales que siguen en pie apenas funcionan, con una grave escasez de medicamentos, equipos y médicos.

Mientras tanto, el ejército israelí
sigue comprimiendo a los palestinos en pequeñas extensiones de tierra
dentro de Gaza. Alrededor del 70% de Gaza ha sido designada zona de
exclusión o sometida a órdenes de desplazamiento. En las últimas seis
semanas, unos 420.000 palestinos se han visto desplazados una vez más,
sin un lugar seguro al que ir.

«Se trata de un despojo deliberado», afirmó en un comunicado Jonathan Whittall, jefe en funciones de la OCHA. «Se están anexionando tierras desde el norte, desde el este, desde el sur de la franja a medida que avanzan las fuerzas… Gaza está pasando hambre, está siendo bombardeada, está siendo estrangulada. Esto parece el desmantelamiento deliberado de la vida palestina».

Rasha Abou Jalal es una periodista de la Franja de Gaza. Trabaja en varios medios de comunicación que cubren temas políticos, humanitarios y sociales palestinos. Es miembro permanente del comité de jueces del premio anual Press House.

Sharif Abdel Kouddous es un periodista independiente de prensa y televisión que reside entre Nueva York y El Cairo. Ha informado desde todo el mundo árabe, incluidos Egipto, Palestina, Siria, Libia, Yemen, Iraq, Bahréin y Argelia, así como desde todo Estados Unidos y otros espacios internacionales. Ha recibido un premio George Polk por su investigación sobre el asesinato de la periodista palestina Shirin Abu Akleh, un premio Emmy por su cobertura de la prohibición de viajar a musulmanes por parte de la administración Trump y un premio Izzy por su cobertura de la revolución egipcia de 2011.

Texto original: Drop Site News, traducido del inglés por Sinfo Fernández.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/05/01/expolio-por-designio-campana-de-matanzas-en-gaza-con-hambruna-y-ataques-diarios/